lunes, 15 de febrero de 2010

El corajudo Ravell

El Carabobeño 15/02/2010
¡Hasta cuándo!
El corajudo Ravell

Pablo Aure
Creo que se le está pidiendo más de la cuenta a Globovisión. Pretendemos que sea un partido político, o que haga lo que nosotros no hemos podido hacer. De la noche a la mañana se le pretende descalificar y echar por tierra sus 15 años de información objetiva y veraz. No creo que haya existido una empresa televisiva que desate tanta agitación por la salida de uno de sus directivos.
Por supuesto que da nostalgia que Ravell no esté llevando las riendas del único canal nacional verdaderamente amigo de la democracia. Cómo no recordar esos momentos en que Ravell salía a darle frente a las movilizaciones de matones oficialistas que llegaban a las puertas del canal con cohetones, pintura y bombas lacrimógenas, causando pánico. Pero Ravell es un hombre de recia estirpe, y estoicamente los enfrentaba. No es fácil salirle al paso a esos malvivientes.
Globovisión tiene varios socios, aunque los más conocidos son Alberto Federico Ravell y Guillermo Zuloaga. Ambos son de conducta intachable, incapaces de bajarle la cabeza a ningún dictador, ni mucho menos de sacrificar su credibilidad por un puñado de dólares.
En cualquier empresa o sociedad se producen diferencias; en los matrimonios, que es un vínculo sagrado, las hay, ¿no las va a haber en una compañía anónima? Desde luego, ¡que sí! No tengo dudas de que esas diferencias entre socios fue lo que determinó la salida de Ravell de la dirección del canal. Quizás, la excesiva suspicacia y curiosidad es lo que nos mueve a pensar cosas que no son, al menos, con respecto a ellos dos.
Apartando a Ravell y a Zuloaga, entonces qué debemos decir para seguir descubriendo el acertijo de los problemas de Globovisión. Me atrevería a insinuar que hay otro accionista causante de este revuelo, que quizás por alguna circunstancia está más cercano al régimen. Me refiero al que estuvo injustamente imputado por el asesinato de Danilo Anderson. No lo voy a criticar, porque debemos verlo como un comerciante. Lo que sucede es que desde nuestros espacios queremos que todas las personas se comporten como anhelaríamos. No señor, Globovisión es una empresa mercantil, y nada más. Sus fines son fundamentalmente lucrativos. Sus socios son comerciantes y nada más. Ellos se asociaron sin pedirnos permiso a nosotros, y se separan cuando a ellos les conviene; y hacen lo que la mayoría accionaria quiera, y punto. Lo demás es cuento de camino, que el gobierno ha sabido muy bien utilizar.
El régimen es tan perverso que con el mayor descaro ha ordenado que le revoquen la medida de prohibición de salida del país a los Zuloaga, para hacer ver que dicha medida obedece a una negociación: la cabeza de Ravell, y se arreglan las cosas, pero no se dan cuenta de que, en lugar de hacer quedar mal a Zuloaga, lo que están develando es que padecemos un régimen totalitario y fascista en el que los jueces están al servicio de la política y hacen lo que les ordena el tirano.
Conozco a muchos en Globovisión, y sé que la salida de Alberto Federico Ravell prácticamente fue una tragedia. El miércoles en la noche, mientras que el del ocho insultaba y se saboreaba la sangre de los colmillos, en Globovisión parecían que estaban de luto. No tengo dudas de que todos sus trabajadores entenderán que en el mundo de las sociedades de comercio esas cosas suelen ocurrir.
El tiempo como testigo
La línea editorial, estoy convencido, no cambiará. Ahora, aquellos que tengan dudas, pues que sigan viéndolo, ya que el tiempo será el mejor amigo de la verdad. “Tú lo conoces bien… en las malas y en las buenas siempre contigo…., siempre Globovisión”.
Y si acaso llega a cambiar, pues que entienda el sector democrático del país que sólo mediante la organización y la unidad, seremos capaces de salir de esta pesadilla; mientras sigamos esperando que otros hagan el trabajo que nos corresponde a cada uno de nosotros, nada cambiará. Si piensan que ya no tendremos Globovisión para ver qué está pasando, entonces qué estamos esperando para organizarnos. Qué esperamos para entendernos. Hasta cuándo vamos a seguir pensando en intereses personalísimos. Demos el ejemplo para estas elecciones a la Asamblea Nacional e impongámosle el consenso a la Mesa de la Unidad.
Más importante que Globovisión es tener presencia viva en los barrios. Hay que hablarle viéndole los ojos a las comunidades, y decirles que esto es una farsa. Que esta locura que llaman proceso no es más que el engaño más infame contra el pueblo. Nada hacemos con cien canales como Globovisión si los sectores populares se sienten desasistidos. Ellos, los pobres, necesitan la presencia de los líderes políticos en todo momento, no sólo en épocas electorales. Los que siguen creyendo en Chávez es porque nadie les habla personalmente. No es suficiente la prensa escrita, hablada o vista. Es indispensable que sientan al político de carne y hueso, no a través de una foto, o de una pantalla de televisión. Eso ya no cautiva.
A punto de ebullición
Estamos muy cerca de que en Venezuela ocurra no solo un colapso eléctrico, sino que también muy cerca de que se produzca un desabastecimiento. Ya lo estamos viendo en algunos supermercados. Y dígame usted si le ponen la mano a Alimentos Polar.
Los productores de leche no podrán seguir en el negocio, porque les cuesta más producir un litro de leche que el precio en el que está regulado. Productos que antes encontrábamos ya no lo vemos. Hay anaqueles vacíos. Los mercales ya no son suficientes. Nunca lo han sido. En las farmacias no llegan los medicamentos para diabéticos e hipertensos. A los laboratorios se les dificulta la importación de ciertas medicinas por la dificultad de obtener los dólares. Las clínicas están colapsadas. Los hospitales solo atienden algunas emergencias…, los demás que esperen.
Los sueldos no alcanzan para comprar la cesta básica y con una inflación impresionante. No es difícil vaticinar qué es lo que se aproxima.
Si con todo este cuadro calamitoso que estamos viviendo los venezolanos no somos capaces de ponernos de acuerdo con el nombre de los candidatos que nos representarán en la Asamblea Nacional, pues entonces, o nos merecemos al dictador que tenemos, o no nos merecemos a quienes dirigen la política en la oposición. Una de dos.
pabloaure@gmail.com
Twitter: @pabloaure

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