lunes, 6 de septiembre de 2010

Venganza con votos


El Carabobeño 06/09/2010
¡Hasta cuándo!
Venganza con votos/ Pablo Aure
“Mi muerte demostrará que Chávez es un asesino y un corrupto”
Franklin Brito


Ha muerto Franklin Brito. Ninguna noticia, ni tendencia, ni capricho del hombre sobre el cual recae totalmente la responsabilidad de lo sucedido debe dejarnos olvidar si quiera por un instante la historia que comenzó hace años y culmina la semana pasada con un cruel e inefable desenlace.
Sobre esto hay mucho de qué hablar, aunque algunos dicen que hay algo que discutir, llevando el caso a un supuesto territorio de relativismo moral y pretendiendo mancillar la reputación de un hombre que luchó hasta el último momento por el respeto de sus derechos. No hay nada que discutir: Franklin Brito y su familia fueron y siguen siendo víctimas, en primer lugar, de una injusticia como nunca se había visto en la historia de Venezuela. Ahora bien, para afirmar lo anterior debemos remitirnos precisamente al pasado de la humanidad, a aquellos momentos más barbáricos que la gran mayoría de nosotros pensamos habrían quedado en el olvido con el avance de los Derechos Humanos. En breves consideraciones podremos ver que aquellos que sostienen que Franklin Brito se suicidó, ya sea envueltos en ignorancia, o en la más absoluta ignominia, están absolutamente equivocados y con tan solo sostener tal posición ofenden no solo el alma de un hombre hecho y derecho que, como nadie en este mundo, jamás mereció el destino al que fue llevado, sino además cometen un ultraje contra la humanidad misma, tratando de hacer una ligereza de lo que ha sido (y repito) una maldad inaudita en nuestra historia.
La señora Pankhurst en cadenas
Los agentes del gobierno, emulando a Pilatos y en un esfuerzo indignante y penoso de lavarse las manos de sangre, repiten una y otra vez que hicieron todo lo posible por preservar la vida de Franklin Brito. Sostienen que la detención ilegal y completamente arbitraria que lo tuvo en el Hospital Militar hasta el último momento fue por su bien.
Bueno, vamos a ver atrás, muy atrás en la historia, donde cosas como estas debieron haber quedado pero que, desafortunadamente, ahora debemos estudiar por el empeño de Hugo y sus lacayos de traer el pasado y todas sus barbaridades de regreso al presente. En el Reino Unido de principios del siglo veinte, las Sufragistas (mujeres que luchaban por obtener el derecho al voto) solían hacer huelgas de hambre para ver reconocido lo que hoy sabemos es un privilegio absolutamente innegable: la igualdad, en aquel caso, política. La respuesta de la corona en aquel momento era el arresto de estas mujeres y la alimentación forzosa. Una de ellas, la señora Sylvia Pankhurst, hija de Emmeline Pankhurst (fundadora de la Unión Política y Social de la Mujer), logró pasar por debajo de barras una carta en la que describía el atroz proceso por el que le obligaban a abrir la boca con sujetadores de acero y le insertaban embudos o tubos naso-gástricos para darles de comer, equiparando el sentimiento a una violación.
El gobierno bolivariano sostendría que la corona Inglesa estaba “protegiendo la vida de estas mujeres.”
La humanidad, por supuesto, repudió tanto el hecho que el mismo gobierno británico tuvo que dejar a un lado estas prácticas con el llamado “Cat and Mouse Act” (Acto del gato y ratón), en el cual el proverbial gato era el gobierno y su víctima perseguida (el ratón) era la mujer, por el cual se determinaba que toda mujer que empezara a sufrir los efectos del hambre sobre la salud debería ser liberada.
Esto sucedió por allí por 1913. Parece que el amor de Chávez al pasado, demostrado por su caprichosa necesidad de andar desenterrando gente, es verdaderamente grande: al tratar su gobierno de “proteger la vida de Franklin” aislándolo y alejándolo de su familia, obligándolo a tolerar un tratamiento involuntario y hasta tildándolo de loco: ¡nos ha puesto al mismo nivel de atrocidades cometidas ya hace un siglo!
El suicidio desde el punto de vista médico
Hace pocos meses invité al profesor José Corado, magnífico Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Carabobo, a conversar sobre el aborto y la eutanasia con mis alumnos de la Cátedra de Derecho Penal. En el transcurso de esos debates el Decano Corado se refirió también al suicidio y ante un comentario capcioso de mi parte, hablamos de la comparación con los que mueren producto de una huelga de hambre, pero el profesor Corado de manera magistral, con profunda visión filosófica y política, lo ripostó emocionada y apasionadamente desarrollando la distinción entre el suicidio y la huelga de hambre. Entre las cosas que recuerdo dijo: “tú te matas para desaparecer pero te sometes a una huelga de hambre para transcender, y si mueres lo haces para hacer vivir y permanecer las cosas que hacen que la vida tenga algún significado para la humanidad.”
En vista de los recientes eventos volví a hablar del asunto con el Decano Corado y me refirió un libro que estaba leyendo, de la ex amante de Pablo Escobar, quien dice a otra mujer que “quiere suicidarse para escapar del dolor de morir de hambre.” O sea, ella –la ex amante de Escobar- pensaba que al “suicidarse” evitaba el dolor que sufre el que deja de comer. Los huelguistas se someten a un dolor. Es decir, quien se somete a una huelga de hambre trasciende y hace de eso el símbolo de la lucha o por la restauración de un derecho fundamental. En el caso de Brito está claro lo hizo defendiendo sus derechos, ya no solo el de la propiedad (como algunos personeros del gobierno suelen acusar, así como si hubiera algún delito o indignidad en ello) sino además el derecho a recibir respuestas oportunas y adecuadas de un gobierno, dentro del marco de la ley, y no simples ofertas para callarlo.
La ignominia

La Fiscal General de la República, o sus asesores, deberían saber diferenciar entre el suicidio y lo que ocurrió con Franklin Brito. Cuestiones elementales: el suicidio es un acto por lo general instantáneo debido a que es un mecanismo de escape, mientras que la huelga de hambre es un recurso extremo al que llega un individuo después de haber ejercido otras acciones sin resultados. En el suicido la intención es simplemente causarse la muerte, mientras que la huelga de hambre es dejar a otros la responsabilidad de dejar morir o no al que la hace. Franklin Brito le trasladó al gobierno dicha responsabilidad, por mucho que busquen negarla.
El gobierno era el único que tenía la posibilidad de evitar la muerte de Brito. A una semana de su muerte hoy no tenemos porqué dudar de que el régimen no tenía intención de responderle a Brito con la seriedad que el caso merecía. Al escoger entre la vida y la muerte del productor agropecuario ya vimos que el Jefe de Estado, quién le dijo – como es notorio – a la hija del señor Brito -cuando ella le exigió algunas palabras por su padre-, “que coma”: optó por decirle que su padre debía abandonar la huelga de hambre, y tácita, pero fuertemente, por dejar claro que no iba a hacer nada por prevenir su muerte si Brito no desistía.
Pues bien, la Fiscal General para ocultar la desidia que el gobierno tuvo con Brito ahora se le ha ocurrido investigar a la familia y a sus allegados porque de acuerdo a una denuncia de un tal señor de nombre Carlos Aldana supuestamente ayudaron a Brito en su “suicidio”, porque para ella, él no estaba en huelga de hambre sino suicidándose.
Ahora, vamos a ver esto “en cámara lenta” como dicen por ahí: (1) un hombre hace una huelga de hambre, (2) por lo cual el gobierno lo aísla de su familia, llevándolo al Hospital Militar “para garantizar su vida”, (3) pero, demostrando su incapacidad y desinterés en salvarlo (sabemos de un funcionario que dijo, por ahí en Twitter “Brito huele a formól”) (4) Brito muere, dejando huérfanos a sus hijos y viuda a su esposa, y (5) la Fiscal General responde a esto pretendiendo perseguir penalmente a viuda y huérfanos. De nuevo, llevemos esto al vocabulario más simple: después de que el gobierno, por un capricho, lleva a Franklin Brito a su muerte, se dedica a perseguir a su viuda e hijos huérfanos.
¿Es que acaso Hugo y su hueste quieren que Venezuela rompa todos los records de infamia sentados por los más terribles e inhumanos regímenes de la historia? Parece que estuvieran haciendo un esfuerzo deliberado: “no, no, todavía no somos tan terribles como los Nazis o el Khmer Rouge de Cambodia, ni como el gobierno de Corea del Norte. ¡Hay que esforzarse más: Venezuela tiene que ser primera en todo, inclusive en crueldad!”
De verdad que resulta inaudito el solo hecho de pensar que un país pueda tener altos funcionarios de esa estirpe.
Si algo pudo demostrar la muerte de Franklin Brito en este momento que vive Venezuela, es que todavía hay personas capaces de defender su dignidad, aún con el precio de la vida, y por otra parte también se demostró que hay otras capaces de venderla por un puesto, por un cargo o sea: por un plato de lentejas. La acción que emprende la Fiscal General de la República así como la actitud de los otros funcionarios del gobierno lo corrobora.
¿Cuántos Brito hacen falta?
Nuestra pregunta: ¿cuántos Brito harán falta para demostrar de una vez por todas que estamos en presencia de una dictadura? Una vez, Orlando Urdaneta en su programa “Titulares de Mañana” exclamó – y lo recuerdo muy claro – “¡¿Es que acaso hay alguna regla para la sangre, una clase de instrumento que te dice cuando ha corrido suficiente para decir que se vive bajo el despotismo?!” Y es verdad: ¿qué estamos esperando para dejar las etiquetas claras? ¿Mil, diez mil, cien mil víctimas? No: con uno debería ser suficiente, señores.
El gobierno me tildará de “pornógrafo” (porque esa es la palabra que está de moda en el argot presidencial) por lo que voy a decir, pero a mí no me incomoda, pues estoy claro con mis valores, con la dignidad de mi obra y con la intención con la que hago el siguiente llamado: el próximo 26 de septiembre hay que votar. Hay que votar masivamente. Si conocen a alguien que se va a quedar en su casa, dile: “Sabes, la única manera de cambiar esta realidad y evitar que otras familias sufran lo que sufrió la familia Brito es votando.” Y es verdad, pues solo votando podremos tener una asamblea que no agache la cabeza para besar las ensangrentadas botas de Hugo.
El esfuerzo es pequeño en comparación con lo que hizo Franklin Brito: no se nos pide ayuno, no se nos pide morir. Solo se nos pide pararnos temprano, para parar más temprano que tarde esta pesadilla.
pabloaure@hastacuando.com
Twitter: @pabloaure

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