lunes, 24 de junio de 2013

Las universidades no son liceos

El Carabobeño
¡Hasta cuándo!
Las universidades no son liceos
(Foto Archivo El Carabobeño)
 Pablo Aure
@pabloaure
Las universidades no son grandes liceos, tampoco empresas de quince y último; no son cuarteles ni lugares para adoctrinar a nadie, ni mucho menos espacios donde habita un solo pensamiento. 
La Ley de Universidades define que “La Universidad es una comunidad de intereses espirituales que reúne a profesores y estudiantes en la tarea de buscar la verdad y afianzar los valores trascendentales del hombre.... les corresponde colaborar en la orientación de la vida del país mediante su contribución doctrinaria en el esclarecimiento de los problemas nacionales...”. 
Hoy, más que nunca, cuando vivimos una grave crisis nacional, un gobierno responsable debería recurrir a ellas para pedir cooperación en la solución de los problemas. En nuestras universidades contamos con centros de investigación, institutos integrados por profesionales que sin dudas estarán dispuestos a aportar sus conocimientos para ello. No puede un gobierno vernos como enemigos; y menos hoy, cuando más se reclama unidad para salir de la terrible situación que en la sociedad se vive. 
La autonomía
Mucho también hablamos de la autonomía universitaria, pero es una institución por pocos entendida y respetada. Autonomía no es sinónimo de libertinaje. Tampoco significa que a su amparo podamos hacer lo que nos dé la gana sin poder ser controlados. La autonomía no es garantía de impunidad para quienes destrozan el patrimonio universitario o la emplean como refugio cuando cometen fechorías. Señores: autonomía es la facultad para dictarse sus propias normas de gobierno y funcionamiento, como está definido en el texto constitucional, artículo 109: “El Estado reconocerá la autonomía universitaria como principio y jerarquía que permite a los profesores, profesoras, estudiantes, egresados y egresadas de su comunidad dedicarse a la búsqueda del conocimiento a través de la investigación científica, humanística y tecnológica, para beneficio espiritual y material de la Nación. Las universidades autónomas se darán sus normas de gobierno, funcionamiento y la administración eficiente de su patrimonio bajo el control y vigilancia que a tales efectos establezca la ley. ..” 
Problema actual
Siempre los universitarios por diferentes razones nos hemos enfrentado a los gobiernos, pero en estos últimos 15 años hemos padecido una embestida sin precedentes. 
Lo que ocurre hoy no es coyuntural, es una estrategia deliberada del gobierno socialista, que ha venido intentando acallar las voces universitarias con la pretensión de confiscarle su bien más preciado: la libertad o pluralidad de pensamientos. 
De muchas maneras lo ha intentado hacer. La primera, es la vía presupuestaria. Los gobiernos de la tan criticada cuarta república respetaban la majestad del docente, le recompensaban su labor con salarios dignos. 
Inclusive muchos profesores (casi todos) durante su año sabático podían realizar estudios en el exterior. Hoy nos sobran dedos de las manos para cuantificarlos. 
Les he dicho que ha sido una política intencional del gobierno la de minimizar y hasta ridiculizar la función docente en todos sus niveles. Los regímenes como éste de talante dictatorial, saben que mientras más educación tiene un país, menos oportunidades tienen ellos para permanecer en el poder y corromperse con los dineros públicos. 
Por tal razón, no invierten en las instituciones universitarias plurales, libres y democráticas, porque sencillamente no les toleran sus desafueros. 
Este gobierno claramente estimula la anarquía y la ingobernabilidad dentro de las universidades. Emplea la concentración que tiene en sus manos de todos los poderes públicos para impedir que ellas renueven sus autoridades. Pero también lo hacen desanimando a nuestros profesores a continuar su labor docente. Ellos prefieren irse a la empresa privada, o emigrar del país en búsqueda de prosperidad y vida digna, antes que humillarse. 
Del contrato único
No entiendo tanta alharaca por lo del Acuerdo firmado por el Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria con sindicatos afectos que no representan a los docentes universitarios y que para nada los obligan. En esas “discusiones” no estuvo presente la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (FAPUV) que es la que legítimamente representa a los docentes y que fue elegida por quienes integramos la universidad. 
Para mí, ese papel que el gobierno y algunos sindicalistas de maletín exhiben es letra muerta. 
Para los desentendidos, quiero recordarles que ese papel, como todo contrato, obliga solo a quienes lo firmaron. Por cierto la mayoría de las cláusulas estaban contempladas en la reforma constitucional rechazada por referendo en 2007 y en la Ley vetada en el 2010 por el difunto presidente. Así que mal pueden, entonces, querer imponerlas en una supuesta convención colectiva.  
¿Y el aumento qué?
Es cierto que en ese papel se estableció una tabla de aumentos de manera escalonada y estratificada. Recordemos que hace algún tiempo se nos aumentó el 40% de manera unilateral, y lo hemos venido recibiendo. Eso no quiere decir que hemos desechado el verdadero instrumento que fija el salario del docente que son las Normas de Homologación, que datan de 1982; por ellas debemos seguir luchando. Las mismas establecen que nuestro salario debe ser ajustado cada dos años atendiendo a la tasa inflacionaria. 
En otras palabras, tenemos que recibir ese miserable aumento, porque desde el ministerio envían a las universidades los cuadros para elaborar las nóminas, pero sin que ello signifique la renuncia a lo que en realidad nos adeudan. 
Mandela, CAP y la universidad plural
Es necesario que también hablemos del legado de nuestras universidades, esas a las que este régimen tanto odia. Citaré un caso representativo en tiempos de Carlos Andrés Pérez. 
Se trata de Nelson Mandela, el héroe contra el apartheid hoy agonizante, pero en sus alforjas se llevará el recuerdo del doctorado Honoris Causa que le otorgó la Universidad de Carabobo cuando se encontraba tras las rejas víctima de la segregación racial contra la cual toda la vida luchó. 
Nos cuenta nuestro exrector magnifico Gustavo Hidalgo, que una noche varios rectores de las universidades venezolanas fueron llamados a Miraflores por el presidente Pérez para discutir temas de suma importancia para el país y el mundo. Allí se planteó unir esfuerzos en la defensa del emblemático preso político que era Nelson Mandela. Entonces, nuestro rector Hidalgo, bajo su liderazgo democrático y plural, propuso concederle el doctorado Honoris Causa a Nelson Mandela, lo cual contó con la vigorosa iniciativa de la Asamblea de la Facultad de Educación, cuyo decano era el profesor Carlos Herrera (hoy rector de la Universidad Arturo Michelena). La comisión encargada de hacer los preparativos del otorgamiento del doctorado la integraban: Filinto Durán, Hedilia Matute, Nelson Acosta, Rafael Durán, Euclides Querales y Luis Díaz. Al salir en libertad, Mandela vino a Valencia a recibir ese título. 
Qué diferencia con esta hora aciaga que viven las Universidades venezolanas, en la que el presidente de la República sólo llama de mala gana a los rectores y que para pedirles cuentas. 
Carlos Andrés Pérez se batía por los presos políticos en el mundo. Era un estadista y un demócrata. 
Era una Venezuela sin dolor y sin tragedia, pese a sus dificultades.
@pabloaure

No hay comentarios:

Publicar un comentario