lunes, 14 de octubre de 2013

La ruindad

¡Hasta cuándo!
La ruindad
 Pablo Aure
@pabloaure
Imposible no referirnos esta semana a lo que ocurre con el alcalde de Valencia, ingeniero Edgardo Parra y con su familia. Trataré de ser objetivo al abordar el tema. Desde luego, será difícil contener algunos de mis pensamientos respecto de lo que ha sido la trayectoria de Parra como burgomaestre. Recuerdo sus constantes arremetidas contra los medios de comunicación de la región. Tengo frescas las imágenes de él liderando acciones de protestas callejeras contra los medios cuando destituyeron a Zelaya. Los acusaba de mentirosos. Un sinnúmero de acciones reñidas con el espíritu democrático y apego a las normas de la decencia política. Podemos mencionar la de mandar a disolver con bandas armadas una protesta por la muerte de las toninas que se realizaba frente al acuario de Valencia -con la complaciente alcahuetería de la Policía Municipal-, y también recordamos el intento de encarcelar al periodista Pancho Pérez por los comentarios en su columna de opinión “En Secreto”. La verdad es que, apartando todo asunto sobre el manejo de los recursos municipales, Parra se desempeñó prepotentemente. 
Pero ese no es el tema de nuestras reflexiones hoy. Algo más grave vemos en lo que le está pasando a Parra, y en lo que -de paso- en lo sucesivo le puede pasar a cualquier venezolano. Y es que se ha desatado una de la más cruenta ruindad en la lucha política: la que comienza por perseguir a gente del mismo bando y sobre todo a familiares. Todos sabemos que Edgardo Parra cayó en desgracia por pertenecer internamente a un bando distinto al liderado por el gobernador de Carabobo. Pero tal cual “pranes” dentro una cárcel, los chavistas se disputan el mando. Lo que nos están mostrando es el tramojo. 
Bolichicos.-
Desde hace tiempo se habla de los “bolichicos, boliburgueses, enchufados” y de tantos otros calificativos que dan a una cáfila de muchachones “bien” que están demasiado conectados y han hecho grandes negocios asociados con altos funcionarios del chavismos. Esa especie ha surgido durante estos años de gobierno castrocomunista. Desde luego, esa casta de personajes no hubieran surgido si en puestos claves no estuvieran padres, familiares o allegados. Se ha denunciado hasta la saciedad los lujos extremos y la vida que se dan los  familiares del presidente fallecido. Gustos exquisitos y llamativos que exhiben sin el menor pudor. Lanchas, yates, fiestas en La Orchila adonde llegan en helicópteros del gobierno, viajes de paseo en aviones oficiales con grandes comitivas, con grandiosas fortunas debido a contratos milmillonarios con empresas del Estado, comisiones en el otorgamiento de divisas, o la simple venta de dólares en el mercado negro provenientes de Pdvsa. En esos guisos están militares y civiles, rojos, multicolores e incoloros y en la periferia muchos yuppies de esos que llaman los bolichicos. El punto es que no están allí porque son genios, sino porque tienen línea directa con los gobernantes, que en su mayoría son familiares o amigos. Recuerden que cuando llegó esta plaga roja la mayoría de estos socios de los enchufados que hoy fungen como testaferros eran unos niños. Ya han crecido, y le han agarrado gusto a los negocios fáciles. Ahora se da que los “revolucionarios” socialistas tienen hijos empresarios. Es decir, les venden a los demás que ser rico es malo y que el capitalismo pervierte, pero a sus hijos los encaminan a ser empresarios. 
Las hijas del Cid.
Lo más resaltante de todo esto, es que los gobernantes de hoy, entiéndase Maduro y su combo, o los herederos políticos del comandante muerto tienen un comportamiento que en nada se aproxima a lo que son principios y valores. El allanamiento de las oficinas o residencia de “Edgardito” como le conocen en Valencia al hijo del alcalde, no es una persecución anticorrupción sino un vil ataque a su padre. Un mensaje para él: te damos donde más te duele que es tu hijo, para que sepas quiénes somos. 
Así es esa gente. Exactamente igual a cualquier mafia de matones al estilo Al Capone o Pablo Escobar. 
No pretendo eximir al hijo del alcalde valenciano de ninguna responsabilidad penal, si estuviera incurso en delitos. Pero si él delinquió aprovechándose de los bienes de la alcaldía valenciana, fue porque su papá se lo facilitó. Es a Edgardo Parra a quien deben encausar en un principio. Y luego perseguir a quienes con él han concurrido en el delito. Aquí empezaron al revés, con falta de nobleza persiguiendo al hijo. 
No tengo dudas de que a Parra se lo llevaron preso porque insistió en retar a Francisco Ameliach por la prensa. Por cierto, que al leer esas declaraciones del burgomaestre sentí lastima como padre. Porque me imagino el dolor por el que está pasando. No apruebo que se persiga a la familia de un sujeto por hechos atribuibles a él. 
Ameliach actuó con saña ajusticiando políticamente al alcalde Edgardo Parra dándole primero por la cabeza a su hijo. Esto dice mucho de la forma en que puede desatarse la persecución esa que contra la corrupción supuestamente quiere emprender el alto gobierno con una ley habilitante. 
¿Quién duda que la corrupción pulula en Venezuela?  ¿Ustedes se imaginarían lo que pudieran encontrar si allanan la casa de muchos ministros y presidentes de compañías del Estado? De muchísimos bolichicos aquí mismito en Valencia, para no mencionar a los caraqueños, algunos hijos de funcionarios que hace 15 años eran pobres de solemnidad, hoy están convertidos en grandes magnates de la construcción y operadores de bolsas de valores. 
Es oportuno traer a colación un párrafo del poema “Canto a los hijos” de Andrés Eloy Blanco, que aunque en lo personal no tenga la esperanza de que lo lean los gobernantes de cuello rojo, sí espero que este pueblo jamás olvide: “Ni andar cobrándole al hijo la cuenta del padre ruin; y no olvidar que las hijas del que me hiciera sufrir, para ti han de ser sagradas como las hijas del Cid”. 
¿Para qué la habilitante?
Allanaron la residencia y encarcelaron al alcalde (violándose el principio de la presunción de inocencia, pues aunque se tengan sospechas de la honestidad del burgomaestre valenciano, él debería ser juzgado en libertad, ya que no ha sido capturado en flagrancia). Lo que quiero resaltar con este episodio, es que la semana pasada Maduro pidió una Ley Habilitante para luchar contra la corrupción, pero sin embargo cada vez que tienen un objetivo a encarcelar y destruir, lo hacen sin ley ni procedimientos legales, sino que lo hacen como saben hacerlo los dictadores. Han sido varios. No extrañemos que otros amarillos estén en la mira. Y dirán “No es nada personal: perseguimos la corrupción sea roja, amarilla o naranja”. Mentirosos.   

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