lunes, 17 de marzo de 2014

Los estertores

El Carabobeño
¡Hasta cuándo!
Los estertores
(Foto Archivo/Wilfredo Hernández)
 Pablo Aure
@pabloaure
El solo hecho de que el régimen nos ataque en cadena nacional sin darnos la oportunidad de poder utilizar los mismos medios para defendernos, ya es tremenda desproporción y abuso de poder. No me gusta utilizar este espacio para esgrimir defensas propias, pero debo hacerlo, pues Nicolás Maduro no es cualquier persona y en cadena nacional la canalla ha planteado la absurda especie de que en la Universidad de Carabobo se han entrenado a paramilitares, y que yo soy el cabecilla de por lo menos tres bandas de esos grupos que, además, tendrían conexiones con Colombia. Tamaña mentira no puede ser creíble por ningún ser pensante ni sensato. 
Quienes me conocen saben cuál ha sido mi comportamiento a lo largo de la vida. Siempre he estado vinculado a la universidad y a la política. No escondo mis ideales y los defiendo con vehemencia, pero con la inteligencia de la palabra. Escogí el Derecho como mi profesión porque pensé que era la manera de luchar contra las injusticias. Me interesé por el debate político desde que ingresé a la universidad donde ejercimos la representación estudiantil. Nunca hemos abrazado el conformismo. 
Esa ha sido nuestra constante: la del perseverante debate de ideas. Luego, por concurso de oposición, ingresamos como personal docente de la Facultad de Derecho y algunos años más tarde representamos a los profesores ante el Consejo de Facultad; fui director de la Escuela de Derecho hasta ser electo decano. De allí nos eligieron como una de las cuatro autoridades de nuestra alma máter, cargo de secretario que actualmente desempeño. Siempre en la docencia, y mis ex alumnos lo saben, hemos respetado las ideas del contrario. Ellos pueden dar fe de los intensos debates que planteábamos en las aulas. Con las materias Principios de Derecho Público, Derecho Constitucional, Penal y Procesal Penal, fueron largas jornadas de fructíferas discusiones. 
Pues bien, esa ha sido nuestra trayectoria dentro de la universidad. Pero nada que ver con eso de entrenamientos a paramilitares. Invoco el testimonio incluso de mis adversarios que me conocen bien. Decir que en la Universidad de Carabobo se entrenan grupos paramilitares no solo es infamante sino una monumental afrenta a una institución que tiene 120 años formando a hombres y mujeres de bien y al servicio del país.
Universidad y militares
Universidad y mundo militar hoy suenan como instituciones antagónicas. Milicia y universidad son como el aceite y el vinagre, aunque la democracia siempre buscó acercarlas, al menos en el nivel de la alta oficialidad. Pero hoy en día tristemente notamos que más bien los militares han vuelto a la vieja concepción cuartelaria reñida notablemente con el pensamiento y la ciencia. Ya se les ve como las viejas tropas de los ejércitos sureños de hombres alabarderos y corruptos al servicio de caudillos. 
Es verdad que resulta difícil conciliar el principio de subordinación y obediencia con los paradigmas de la deliberación. Los militares aceptan sin rechistar las órdenes de sus superiores y muy cuesta arriba se les hace poder actuar el mandato constitucional de no acatar órdenes superiores que contraríen la Constitución y el respeto a los derechos humanos. En la universidad se pasea como una reina (como la poesía de Andrés Eloy Blanco, decía él, se paseaba por los patios de su casa) la diversidad de las ideas, es decir, el respeto al pluralismo. Pensar diferente es lo sano. Contradecir lo que nos aturde en la mente es el pan de todos los días. 
Por eso es una canallada afirmar, sin pruebas de ningún tipo, que en nuestra centenaria Universidad de Carabobo se entrenan paramilitares. 
Luchando contra el poder
No es fácil enfrentarse a un aparato gubernamental que, además, concentra el ejercicio de todos los poderes públicos. Ya no es contra la nefasta gestión de un militar en Carabobo, sino contra el más alto comandante. Nos resulta incómoda y peligrosa la lucha, a todas luces. Ellos han demostrado no tener reparo en los métodos. Hemos visto allanamientos sin orden judicial en casas de familias con niños y personas mayores. Abusos de todo tipo. Y lo peor es que no hay a dónde ir a reclamar. Pero así estamos dando la pelea porque nuestros hijos merecen un mejor país.
Azuzando a los fanáticos
Es criminal lo que hizo en un principio el mayor (r) Ameliach y ahora su Comandante en Jefe Nicolás Maduro. Vincularme con los actos de violencia en Carabobo es dar la orden a sus colectivos terroristas para que me ataquen y me maten. Ya sabemos de lo que son capaces de hacer esos grupos armados que actúan no solo bajo la vista complaciente de los organismos de seguridad, sino que muchas veces éstos les facilitan las arremetidas o los inducen a cometer actos criminales. A ellos hago responsables directos de lo que le pueda ocurrir a mi familia o a mi integridad física. 
Respuestas temerarias
La ausencia de respuesta seria e institucional ante la muerte, la tortura y demás quebrantamientos de los derechos fundamentales de los venezolanos, ha llevado a los gobernantes incapaces a responder de manera temeraria a los acontecimientos que vivimos. En Carabobo estamos hartos de esperar que se haga justicia en relación con las muertes de los últimos días, todas atribuidas a los cuerpos del orden público y a grupos de poder informal que cuentan con su apoyo. El Estado de Derecho se desfigura al perder y auspiciar el uso de la fuerza con individuos que no tienen investidura para ejercerla. Los órganos naturales de protección de la ciudadanía se encuentran intervenidos y forzados a cumplir sus funciones junto a bandas de criminales dirigidas por extranjeros. Hemos insistido en que estamos ante un patrón de represión desconocido y reñido con nuestra idiosincrasia. Esta afrenta a la Fuerza Armada venezolana convierte a sus hombres, de manera involuntaria, en reos de la justicia internacional. Los próximos debates deben orientarse hacia un deslinde o separación de los venezolanos que portan uniforme con dignidad de esos grupos de la invasión extranjera. 
Venezuela despertó
Estamos viviendo los estertores del régimen. El desespero cada vez es mayor. Sus furias se desatarán a medida que pase el tiempo y se acerque la caída. Solo debemos decirles a los fiscales del Ministerio Público, a los jueces y a los efectivos militares que sepan apreciar en su justo valor las intenciones de quienes hoy gobiernan y el deseo de un pueblo que clama por su libertad democrática. 
Los corruptos se irán con sus alforjas llenas, pero no todos los funcionarios civiles o militares son deshonestos. No tenemos dudas de que se quedarán en Venezuela los honestos. Los militares están a tiempo de ponerse del lado de la democracia. De lo contrario rodarán y también serán juzgados como cómplices por omisión. 

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