domingo, 26 de abril de 2015

Màs prudencia, alcalde/ Luis Garrido

MÁS PRUDENCIA, ALCALDE

Por LUIS GARRIDO

Mucho se habla del descenso sorpresivo de Miguel Cocchiola en su popularidad.   Es natural que tenga sus detractores pero, sin caer en las desproporciones del revanchismo o la solidaridad afectiva,  es mucha la tela que hay que cortar, ubicándonos en el plano político electoral.  El programa es el mismo y sus intenciones no tienen por qué ser diferentes, pero en lo que sí estamos claros es  que una altísima parte del electorado valenciano votó por el empresario considerando que sería un buen administrador de la ciudad y otra que lo retrató de cuerpo entero como el político de conciencia.  Si hacemos un análisis sobre la conducta de Miguel en el ejercicio de la alcaldía, tendríamos que considerar el estado deplorable en que la recibió,  nadando entre vicios y quiebra administrativa.     
Una vez posesionado en su cargo,  el político se desvió, lo que para muchos significó “un brinco de talanquera”.  Sin embargo, nos atrevemos a afirmar -sin riesgo a equivocarnos-  que  su acercamiento con el adversario nunca tuvo visos de deslealtad,   simplemente se equivocó impulsado por un cálculo de suerte sin tomar en consideración que en  los acuerdos entre este régimen y la oposición, quienes están   ejerciendo  el gobierno,  siempre han  jugado con cartas en la manga.   Visto  en la calle, el beneficio no compensa;  Cocchiola, como se dice popularmente quedó “ensartado”,    siendo parte de esa deuda que hoy le están cobrando.                
Son pocos los esfuerzos que ha hecho Miguel para regresar al lugar de donde nunca tenía que haber salido. Ha venido actuando imprudentemente y parece importarle poco la soledad que es lo que se visualiza en su impopularidad.  En entregas anteriores le hicimos sugerencias sobre el problema  de Valencia;  hablábamos de sincerarse  con  el pueblo.  Los meses van corriendo y con ellos el desencanto;  la inseguridad, las calles destrozadas y la basura, que sigue siendo como el cuero seco: lo pisa por un lado y se levanta por el otro.
Tenga prudencia señor alcalde.  Con esas acciones tan devaluadas es muy poco lo que  puede aportarle a su candidato.  Es legítimo  el apoyo a  Scarano en su desplegada y costosísima aspiración a ser diputado, pero no tiene porque subestimar la significación de Pablo Aure y Salvatore Lucchese.  De encuestas no hablemos;  mientras más apabullante sea la ventaja menos credibilidad ofrecen: “todas bailan el son que les toquen”.      

luirgarr@hotmail.com              

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