miércoles, 22 de julio de 2015

Basta de oídos sordos/ @marymennuto

Para muchos, la historia en esta lucha por la democracia y la calidad de vida en el mejor país del mundo, no lleva 17 meses, sino que se remonta a más de 20 años, cuando la paz había sido quebrantado por aquellos insurrectos, que en lugar de contribuir, proponer, participar o exigir mejoras del Estado y sus políticas públicas, desafiaron el estatus quo de los venezolanos siendo de los más sanguinarios golpistas.
Golpistas de verdad, con organización y planes para derrocar un gobierno legítimo, golpistas como término y definición que hoy satanizan y proclaman a diestra y siniestra y a cuanto ser humano que ose a criticar este régimen vandálico y nefasto que ha llevado a la nación a sus peor momento histórico y a su más triste decadencia.
Hoy acusan de golpista a cualquiera que reclame que este régimen no es legítimo y que debe desaparecer, este régimen no es más que una tramoya inútil y pirata, cuyo único objetivo es enriquecer a unos cuantos para hundir en la miseria a la población, no les importa quien muera de hambre, o de enfermedad, quiebre su negocio, se quede sin trabajo o simplemente deje un día de existir por la angustia de vivir colgando de un hilo sin asidero o futuro. Hoy la mayoría vivimos con incongruencia emocional, siguiendo el dicho de “a mal tiempo buena cara” pero ya se desdibuja la sonrisa pues el aplauso va por dentro.
Hoy en día no hay un venezolano que pueda decir que esta desgracia no les ha tocado en nada, me atrevo a decir que a absolutamente todos esta crisis nos ha tocado en lo personal, para algunos de manera menos dramática por no conseguir algún elemento de la canasta básica y tener que andar dando brincos para no alimentar a los sinvergüenzas profesionales del bachaqueo que se están enriqueciendo de la peor forma, a cuenta de la necesidad del prójimo.
Para otros, los impactos de esta calamidad han sido crudos, pues aún lloran a un familiar cuya vida fue arrebatada por el hampa, o dejaron a un hermano, esposo o hijo en una silla de ruedas, por un balazo, o aquellos que le toman la mano a diario a ese ser querido que sufre en una cama por el dolor de esperar a la muerte a cuenta gotas, porque la medicina, el tratamiento o el equipo no se encuentra en Venezuela… y no todos podemos escapar, y no todos podemos huir de esta realidad.
Para los que creen que irse del país es facilito, que le pregunten a tantos que se han ido sin contar con recursos, o un familiar que los socorra en otro país, si aún a aquellos que les ha ido bien, o “buenísimo” como dicen, habría que preguntarles si son felices y no llevan de Venezuela “la luz y el aroma en su piel y el cuatro en el corazón”.
Además, a muchos de los que luchamos no nos da la gana de irnos pues a nuestros hijos los parimos en Venezuela, con la promesa de vivir las maravillas del sueño venezolano, que es el verdadero sueño americano y así lo pueden constatar los miles y miles de inmigrantes que besan este suelo como lo hacían mis padres por ser una tierra de gracia, donde han levantado a sus familias.
Me impulsa mi familia justamente, pero también tanta gente que hoy conozco y que antes no tenía la fortuna de conocer… aquellos que nos encontramos protestando, que estando a nuestro lado gritamos juntos, corrimos, lloramos y pegamos nuestra pancarta u organizamos la Asamblea de aquí y de allá…  Hemos compartido tantos momentos y experiencias que con orgullo decimos que nuestra creatividad no tiene límites, protestamos desde todas las talanqueras y apoyamos aun no estando de acuerdo.
Esas personas, esos compañeros de lucha son los que para mí valen más. Juntos andamos apoyando al otro en su forma de protesta, sea la que fuere, aunque no sea la misma que aúpo pues sabemos que nos debemos respeto, tolerancia y empatía. Tenemos como ciudadanos diferentes edades, condiciones sociales, talentos y habilidades, formas de pensar, de vivir e historias de vida diferentes, pero allí estamos como un bloque sin dividirnos por colores de partidos, ni ideologías, ni falsas premisas, sin apetencias por cargos públicos, ni prebendas, estamos unidos porque sabemos que ninguno es dueño de la verdad absoluta y aquello que hoy critico puede ser lo que nos saque de este atolladero. Y que nuestra población tiene de todo y todos valemos. Nos une lo mismo, adversar un régimen totalitario que niega calidad de vida, derechos y libertades a los venezolanos, aspiramos transformar a Venezuela en la tierra de gracia que tanto amaban nuestro padres.
Sin embargo esta gran fuerza, la de la sociedad civil, la de los movimientos sociales tan atropellada, perseguida y vulnerada en sus DDHH por el régimen, es tristemente ignorada por ese segmento que dice “representar” a la oposición, la MUD a la que le resultamos incómodos, somos la piedra también en su zapato, porque exigimos de ellos aún más de lo que esperamos del mejor de los gobiernos. Le exigimos abrir su estructura a todas las vertientes ciudadanas, escuchar los planteamientos, servirle y prestar atención a la voz de los ciudadanos y trabajar de la mano con NOSOTROS la agenda de un reclamo al que que cada vez le urge levantar MAS ALTO la voz y no arrodillarse a los mandatos de nadie, ni andar negociando parcelitas.
Por eso, es la hora de los ciudadanos, de los que sabemos que tenemos derecho a la protesta, a la desobediencia, a elegir a nuestros representantes, a la defensa de los DDHH y a la libertad… derechos que están consagrados en la Carta Magna y que viola diariamente este Régimen maltrecho al que ya se le agotó desde hace mucho su tiempo y debe acabar.
Los ciudadanos somos los que decidimos, no deciden por nosotros los partidos políticos, es su deber ser nuestros voceros, liderar desde nuestros acuerdos y demandas.
En esta lucha la gente superó a sus líderes y queremos que quienes tomen nuestras banderas merezcan llevarlas por sus méritos y su perseverancia, pero sobretodo porque estén conscientes que la bandea que están llevando es nuestra y debe enarbolarse con nuestra voz que la acompañe, estar a nuestro lado en cada lucha y en cada lugar, que nuestros espacios sean sus campos de batalla y nuestras ideas su campaña.
Oído al cañón y atentos al quejido, no pedimos concesiones que ya tenemos, no esperamos invitaciones sino recibimos la presencia de cualquiera de ustedes en nuestros espacios que son todos los espacios de lucha y la calle que retomamos sin descanso para recuperar el país que realmente sirva a todos para mejorar, crecer, emanciparse y no para seguir sufriendo.
Luego de tantos años de luchar contra este monstruo, fortalecido con el mal, ya se ha vuelto una lucha espiritual, donde nuestro mejor recurso es pedirle a Dios que nos use como instrumento y tome control para salvar lo que queda y emprender unidos la tarea que más nos reconfortará, ir construyendo un país de primera con lo mejor de todo y para todo el mundo.
Mary Mennuto

@marymennuto

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