Esta semana dejará un sabor agridulce en
nuestro sentir patrio. Por un lado, la luz en estar más cerca hacia la
ejecución de la ley de amnistía, que
aunque hablamos de personas que son inocentes,
se le dio ese título por razones jurídicas que no vienen al caso.
Respecto a esta, hay que decir que no habrá veto que valga pues se llevará a
cabo llueve, truene o relampaguee. Por otro lado la amarga acción que
representa el horrendo crimen cometido contra dos policías. La vida de todo
venezolano vale, aunque el chavismo con sus 250.000 muertes ocurridas bajo los
17 años de desmadre totalitario, nos traten de hacer ver lo contrario. Nuestra
Constitución es clara cuando establece la pena máxima en 30 años, apartándose
así de las penas de muerte. Esos policías, hayan sido buenos o malos, decentes
o indecentes, no merecían una muerte violenta, mucho menos por arrollamiento
intencional, como tampoco merece la muerte a manos de otro individuo ningún
venezolano. Está en nuestra Constitución el derecho a la vida mientras la
naturaleza lo permita y es parte de nuestra evolución como sociedad velar
porque se mantenga en el tiempo.
En el 2014, Mariana Ceballos fue arrollada intencionalmente
por un funcionario del INTI Carabobo, durante una protesta en el Shopping Center
de Valencia. Su victimario fue a esconderse en una oficina de la torre Movistar
en la urbanización la Viña de Valencia. Luego de seguirlo hasta allá y tocarle
la puerta, el hombre se asoma sin ningún ápice de remordimiento por haber
dejado huérfana a una niña de 4 años. Quien sea que arroyó a los policías ayer,
también estaba en plena conciencia de la acción que estaba cometiendo. Tanto el
funcionario de hace dos años, como quienes asesinaron a los funcionarios esta
semana, son criminales que actuaron a sangre fría. En estos crímenes su motor fueron
el odio y la intolerancia, ambos sentimientos deshumanizan.
El Estado que promovió la política de
prostituir a la sociedad minándola de violencia, antivalores y frustración en
sus habitantes, es también culpable de la deshumanización de nuestro
gentilicio. Esa involución que representan las muertes por armas de fuego,
descuartizamientos, arroyamientos,
linchamientos, crímenes por represión, tortura etc., no se pueden
combatir con más odio ni violencia. Se deben evitar desde lo más profundo de
las instituciones, que hoy se encuentran en su mayoría secuestradas en Venezuela,
levantarlas desde su reconstrucción y la vuelta al estado real de derecho. No
podemos dejarnos apoderar por el odio, aunque estas tarden, debemos trabajar
desde las leyes. Y si nuestro deseo de justicia no se satisface, entonces
debemos hacer uso de las instituciones internacionales.
Preocupa ver como diferentes sectores e
iniciativas por la libertad del país, se encuentren también promoviendo cosas
como la pena de muerte para quienes recurrieron a tal o cual crimen. La muerte
de un individuo jamás podrá devolver la vida de otro a una sociedad. Hay que
comprometerse con evitar cualquier sentimiento que nos robe nuestra humanidad. Debemos
ir al desmontaje de lo inhumano. El primer paso comienza por liberar a los
injustamente condenados por pensar distinto, para que juntos reconstruyamos las
instituciones, nos reencontremos con la justicia, nos volvamos a reconocer como
sociedad y tal vez un día alcancemos ese nivel cívico de armonía y paz
sustentable. #LibertadYA! #JusticiaParaLaPaz
@DimitryBelov
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