domingo, 21 de agosto de 2016

Compromiso ciudadano

¡Hasta cuándo!
Compromiso ciudadano
@pabloaure
Definitivamente, el problema venezolano es de nosotros, los ciudadanos. No hemos asimilado que somos los únicos que podemos definir nuestro destino. Elegimos, y luego nos olvidamos de participar en los asuntos políticos, dejándole a los gobernantes, la tarea de ejecutar las obras a su real saber y entender. 
Nuestro gran error es que la presión ciudadana no siempre es de cuerpo presente, sino mediática, o sea, a través de los medios de comunicación. Debemos reconocerlo: poco nos involucramos en acciones con nuestros vecinos para reclamar justas reivindicaciones.
Estamos obstinados de la situación. No nos alcanza el dinero para nada. Comprar alimentos es una odisea. Hemos cambiado hasta nuestros hábitos alimenticios. No comemos lo mismo, muchas veces, porque no se consiguen los productos, y otras, porque resultan demasiado caros. De continuar esta situación, la expectativa de vida del venezolano se reducirá, porque no se consiguen medicamentos, pues, no solamente son costosos, sino que tampoco los hay en las farmacias.
Como si la situación con los alimentos o medicamentos no fueran suficiente tragedia, cada día vemos más jóvenes integrando en bandas delictivas, ejecutando todo tipo de delitos contra la propiedad y contra las personas ¡Venezuela es un desastre!
Conciliación y reconstrucción.-
Un país no se puede enderezar mientras no exista voluntad ciudadana. No basta quejarse, hay que involucrarse en los aportes para solucionar los males. Desde luego, los gobiernos tienen un gran peso en esto, pero no pocas veces olvidamos que somos los ciudadanos quienes podemos ponerle fin a los regímenes que lo hacen mal. Asumimos que existen partidos políticos vigorosos, y que ellos definitivamente están muy preocupados por la situación nacional, cuando en la realidad, se nos presentan raquíticos, con apetencias distintas al clamor popular. El clamor de los habitantes de nuestro país es tener una mejor Venezuela, sin necesidad de verle el rostro o el color a su gobernante. Eso aspiran los ciudadanos, pero poco hacemos para lograrlo, porque dejamos a otros lo que estamos obligados a hacer nosotros. No es cuestión de oficialismo o de oposición es algo esencialmente ciudadano.
Construyamos partidos robustos.-
Entendámoslo bien: no es asunto de castigar o subestimar a los partidos políticos. Que estas líneas se perciban como un llamado de atención. Venezuela pareciera que está en un festín de colores, promocionando reinas de carnaval o candidatos a gobernarla, como si estuviéramos en democracia. Señores, estamos viviendo en un estado primitivo de la civilización. Aquí, aunque nos neguemos a reconocerlo, se impone el más fuerte. El régimen permanece porque tiene las armas, y porque los poderes públicos están amañados para darle una apariencia de legalidad a las arbitrariedades gubernamentales.
Ante esta situación, no bastan discursos edulcorados y dispersos. Es menester asumir la lucha política como un apostolado, arriesgarse a darlo todo para reconstruir y conciliar el país.
He notado mucha hipocresía y demagogia en sectores oficialistas y opositores. Se ataca o se defiende automáticamente, sin pensar qué es lo que se defiende o qué es lo que se ataca. Lamentablemente, al parecer, son características de muchos seres humanos. Pero cuánto mal nos ha hecho en los últimos años a los venezolanos. Elaboran un libreto, y no podemos disentir de ese libreto. La crítica está prohibida so pena de ser juzgados de divisionistas e inclusive de “patriotas cooperantes”. Hasta la posibilidad de pensar y opinar nos la quieren suprimir. La polarización estigmatiza al disidente de ambos sectores. ¡Cuán confundidos están! La polarización también es mediática, porque en el oficialismo hay tanto descontento como en la oposición. No tengo duda: hay más ciudadanos que adversan la política oficialista dentro del PSUV, como los que la apoyan. Igual podemos opinar de la oposición. Esto quiere decir que hay que darle forma para materializar las esperanzas de un pueblo dominado por sectores que no han interpretado el sentir popular, sino que ciertos actores han aprovechado los momentos políticos para ocupar parcelas de poder sin que estos signifiquen aportes sociales.
Se confunden las mañas de unos y de otros, de tirios y troyanos, de oficialistas y de opositores. Suelen defender sus iniciativas con la fortaleza de una tarjeta partidista de momento aunque no tengan la  razón. Vencen pero no convencen.
¿Habrá referéndum?
Ahora mismo se debate sobre la realización de un referéndum revocatorio, que cada vez lo veo menos probable. No porque no haya tiempo, sino porque nos rige la ley de la selva. Se impone quien tenga las armas y los poderes. El régimen no es demócrata y algunos pretenden enfrentarlo con las herramientas tradicionales de la democracia. En la sociedad no hemos asimilado los valores intrínsecos de la democracia. Uno de ellos es que cada ciudadano pueda opinar sobre las decisiones que se deben tomar, bien sea directamente, o a través de sus representantes. Muchos se alejan de la actividad política y se convierten en mirones de palo, sin tomar partido en ninguna de las posiciones, porque desconocen la fortaleza de los ciudadanos cuando están al tanto de sus deberes y deciden reclamar sus derechos organizadamente.
Venezuela está en un hueco y seguiremos cavando su profundidad mientras los discursos y las acciones estén acompañados por el engaño y la demagogia.
Me gustaría saber, aunque me lo imagino, la respuesta de los promotores del hipotético referéndum revocatorio, cuando definitivamente asimilen que el régimen impondrá la fecha (en caso de que la oficialice) para luego del 10 de enero del 2017, si saldrán a despotricar del CNE, o emprenderán de inmediato las campañas por las gobernaciones y las alcaldías, sin percatarse de que una gobernación y una alcaldía adicional en manos de la oposición durante esta tiranía, es convertir a la oposición en cómplice del desastre. Ni los gobernadores ni los alcaldes tienen (porque el régimen manus militari se las suprimió) la capacidad de cambiar y solventar los problemas de las regiones. Vean lo que ocurre con la basura y la inseguridad. Valencia es un ejemplo. Tenemos un alcalde opositor aunque la ciudad se ha convertido en el basurero de Venezuela.
Un cambio sincero.-
Esto hay que cambiarlo de raíz. Desde luego, esos cambios no serán de la noche a la mañana. Es indispensable dedicarle tiempo a la enseñanza. Me explico: a la educación ciudadana en todos los niveles.
Viviremos tiempos de terror. Peores a los que padecemos, pero durante esas tormentas hay que asumir el rol ciudadano, creando equipos de vecinos con sólidas bases y doctrina republicana.
Tengo que informarles que ya lo estamos haciendo. Estamos preparando al contingente que serán los encargados de asumir las riendas del país. Sin complejos y sin egoísmos. No importa su militancia. Lo que interesa es el compromiso con la nación.
Pablo Aure

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