¡Hasta
cuándo!
Confrontación
institucional
@pabloaure
El quiebre es inevitable para provocar la salida del régimen.
Maduro junto a su pandilla de rufianes se atrincheran en un Tribunal Supremo de
Justicia espurio que fue nombrado a contrapelo de la Constitución de la
República. Lo hemos denunciado muchas veces: en Venezuela desde el mismo 6 de
diciembre del 2015 se instauró un régimen milico judicial. Se gobierna desde el
TSJ y se ejecutan las decisiones bajo amenaza militar. Nadie controla a Nicolás
Maduro. Es él quien dicta las órdenes y el TSJ las judicializa.
Los chicos -y los no tan chicos- de la Asamblea Nacional
pensaron que se enfrentarían a un régimen fácilmente controlable, y hasta
creyeron que podían sancionar leyes sin el visto bueno del dictador. Vaya
equivocación. Muchos compraron sus mejores trajes para lucirlos desde la
tribuna de oradores. Otros llegaron por carambola y sin el menor liderazgo, sin
saber a lo que iban, solo pensaban en el nombre del cargo y en las supuestas
prerrogativas que alcanzarían. Jamás se detuvieron en imaginar que no iban a un
hemiciclo en condiciones normales. Se hacían los locos cuando les hablaban de
dictadura. Solo pensaban en el cambur, pero nunca en la representación popular
y mucho menos en los deseos de los ciudadanos que votaron por ellos. Y en
innumerables casos sin ni siquiera conocerlos, es decir, votaron a ciegas. Ahí están los resultados. El 6D se votó, pero
no se eligió. Votamos por una “manito” por las siglas MUD, pero llevamos a
diputados que no sabían lo que iban a hacer.
El 5 de enero del año pasado Venezuela se paralizó para
escuchar la magnífica pieza oratoria de Henry Ramos Allup al momento de tomar
posesión del cargo de presidente de la AN. No podemos llamarnos a engaños, allí
hubo una negociación reconocida por el propio Henry Ramos. La AN se instaló porque
ese día no permitieron que se juramentaran los diputados del Amazonas: “a veces
hay que doblarse para no partirse”. Con esa frase se selló la rendición de la
gestión pasada. Un verbo encendido pero con la cabeza inclinada.
Ahora, con Julio Borges, nuevamente se anunció un mensaje
esperanzador porque suponíamos la confrontación de poderes se presentaría. El
poder soberano representado en la Asamblea Nacional, avalado por más de catorce
millones de votos, frente a un poder con un insignificante porcentaje de
aceptación popular como lo es el Poder Ejecutivo, hoy, sin lugar a dudas, convertido
en dictadura. Pues bien, en la sesión del nueve de enero del 2017, se acordó
con mayoría aplastante y con base a los postulados constitucionales, el
abandono del cargo del Sr. Nicolás Maduro, lo cual acarrea la falta absoluta y
la obligación ipso iuris por parte del Consejo Nacional Electoral de convocar
las respetivas elecciones para escoger al presidente que debe asumir por el
resto del período presidencial. A esa decisión constitucional Maduro le hizo
una trompetilla bajo los acordes del Tribunal Supremo.
¿Agoniza la AN?
Si la Asamblea Nacional no hace cumplir sus decisiones, pues
que se retiren, o renuncien, ya que no son dignos de que representen a un país
que depositó la confianza en ellos. El argumento de tener las manos atadas no
es valedero si no luchan con coraje. No basta sancionar una ley o tomar una
decisión desde el parlamento, pues ellos deben entender que cuando actúan en el
ejercicio del cargo lo hacen en nombre de sus entidades y en nombre del país.
No quedarse en el formalismo, deben apelar a la convocatoria cívica para que se
les acompañe y haga presión.
Barajo culillo.-
El culillo no debe ser algo que los diputados deben llevar en
su portafolio. Deben entender que aquí, tarde o temprano, habrá confrontación,
y si no quieren asumir el liderazgo, es mejor que se aparten antes de que
queden como los cobardes: en quienes los ciudadanos confiaron para salir del
sistema pero se acobardaron y prefirieron doblarse.
Nuevo CNE y nuevo TSJ.-
Así como el régimen comete pajuatadas con esos simulacros de
guerra imaginaria con el “imperialismo”, en un país que ni siquiera hay comida
para alimentar a los soldados en los cuarteles, quienes fungen de voceros de la
oposición (que también agonizan) en lugar de prender una mega protesta
nacional, se les ocurrió convocar una marcha al CNE para exigir las elecciones
de gobernadores que debieron llevarse a cabo el año pasado, y no tuvieron los
riñones de exigirlas en su momento, porque a alguien bajo los efectos de una
ingenuidad inducida -o negociada- se le ocurrió promover el referéndum
revocatorio para oxigenar a Nicolás, y como si fuera poco, en una suerte de
imbecilidad asistida llegaron hasta sentarse para “negociar” no sé qué
cuestión, aunque luego del diálogo el jefe de uno de los partidos promotores de
la negociación logró su libertad al mismo tiempo que encarcelaba las esperanzas
de millones de venezolanos.
Última oportunidad para la AN
Todavía la Asamblea Nacional bajo la dirección del diputado
Borges puede recuperar cierto margen de credibilidad si en realidad tiene
buenas intenciones para con el país. Le propongo que el Poder legislativo
nombre un nuevo CNE y un nuevo TSJ y anunciarle al país todo lo que eso
conlleva. Que reactive la solicitud de la Carta Democrática Interamericana y
que anuncie ante el mundo que en Venezuela no hay democracia porque el Sr.
Maduro fue destituido y sigue en Miraflores usurpando el cargo de presidente,
la AN debe exigirle al nuevo CNE convocar las elecciones de Presidente de la
República por el resto del período. Desde luego que esto no es tan sencillo,
pero al menos estaríamos dando el paso que necesitamos para la confrontación
institucional. Mientras eso no suceda, seguiremos en la farsa gubernamental. El
mensaje internacional sería que aquí se respeta la autonomía de las
instituciones, haciendo suponer la existencia de una democracia, y eso todos
sabemos no es verdad.
Pablo Aure
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