domingo, 2 de julio de 2017

La transición

¡Hasta cuándo!
La transición
@pabloaure

Es necesario aclarar que cuando manifiesto alguna observación, lo hago,  no para dividir sino para expresar mi opinión acerca de ciertas acciones de la oposición con las cuales no me identifico. Por lo general la gente corrige sus errores dependiendo de lo que dice la mayoría. en estos tiempos es preciso recordar que, con o sin Constituyente, los enemigos ya están en el poder. Es hora de actuar en consecuencia y garantizar la transición.  

Junta de gobierno.-

Aunque no está contemplado en ninguna parte, es necesario instaurar un gobierno de transición, donde tengan cabida,  tirios y troyanos. Ustedes se preguntarán ¿si no está contemplado en ninguna parte como lo justificamos? La respuesta solo la podemos encontrar en la doctrina y en la historia, pronto escribiremos la nuestra. ¡De las revoluciones emerge el derecho! La Asamblea Nacional debe convertirse en generador fundamental de la propuesta, tiene que ampararse en la Constitución que piensan deshacer, muy especialmente en el artículo 333 que obliga a todos los ciudadanos, investidos o no de autoridad, al restablecimiento de la efectiva vigencia de la Constitución que ha sido pisoteada por los actuales gobernantes.
Desde luego, aquí hace falta fuerza para proteger el derecho. Así como lo leen: ¡fuerza! La actuación de la Fuerza Armada Nacional debe respaldar al sector civil para restituir el hilo constitucional vuelto añicos desde hace tiempo. Claro que algunos militares que han sido las sabandijas de la institución y del país se opondrán, pero seguramente muchísimos estarían de acuerdo en actuar siempre y cuando las reglas estén claras. Y si acaso, el temor los paraliza, en algún momento como ciudadanos responsables sin fingidos sentimientos nacionalistas, tenemos que recurrir a los organismos internacionales, ya no para mediar sino para que salven a casi treinta millones de venezolanos que están secuestrados por un grupete de delincuentes.
Algo muy importante: esa junta de transición no es para convivir a perpetuidad bajo los designios de quienes la integren, sino para abrir las puertas a la reinstitucionalización del país; donde se garantice un sistema republicano en el que exista estado de Derecho, sus ciudadanos confíen en los poderes públicos y que pronto participemos en procesos electorales transparentes.  
Los chavistas que defienden su “legado” si quieren que propongan a la Dra. Luisa Ortega para que sea una de las integrantes de esa “junta de transición”. Ni piensen que la transición sería solo con la oposición, porque la tumbarían en pocos meses. 

Marchar a las cárceles

Basta de enamorarnos de personajes de momento, es menester defender a quienes  luchan desde nuestras filas y con los mismos fines. Me explico. Casi siempre que hay marchas reprimen y encarcelan, por eso sugiero que cada vez que se lleven preso a nuestros manifestantes, al día siguiente y sin convocatoria previa, la marcha debe ir a los sitios de encarcelamiento para exigir la libertad de los nuestros.
Hay convocatorias que no me gustan, por ejemplo, la de apoyo a la Fiscal. No es que pretenda lanzarla a los leones, pero creo que debemos dar prioridades. Para mí, un “escudero” o cualquier manifestante es más importante que la Fiscal General quien no se ha cansado de decir que ella defiende el legado de Chávez, olvidando que Maduro y todo lo que está a su alrededor personifica ese legado, que ella dice defender. Insisto: no es echarla a los leones,  pero que cada quien entierre a sus muertos.
En lo que no debe haber contrariedad es en el objetivo que desde el inicio nos hemos fijado. O sea, salir de Maduro y de todo lo que él representa.
En el camino nos han colocado demasiados obstáculos y quizá en algunos momentos embestimos trapos rojos que nos hacen desviar del verdadero objetivo.

La Constituyente: otra perversa jugada

Para cerrar la idea inicial de que los enemigos ya están en el poder, analicemos un poco la imposición en nuestra agenda de la  infame Constituyente, pues es uno de los últimos grandes obstáculos con el que hemos topado, ya que nos cambió el rumbo del discurso que veníamos pronunciando. Ahora con esa “alocada” idea, no nos enfocamos en la inflación, en el desabastecimiento de alimentos o de medicinas, en la corrupción o en la inseguridad, sino en defender la Constitución actual y evitar que el régimen materialice otra fase del golpe de estado continuado.
Para tales fines, se han juramentado Frentes de Defensa de la Constitución y la Democracia en cada rincón del país, y no tengo la menor duda que esa labor ha sido encomiable, por ejemplo acá en el estado Carabobo lo coordina la profesora Jessy Divo de Romero, rectora magnifica de nuestra Universidad de Carabobo, de hecho, la hemos acompañado en muchos actos. Esos Frentes están muy bien, porque desde la academia se hace lo que estamos obligados a hacer, convertirnos en multiplicadores del conocimiento. La semana pasada también hice mención al programa “Aula y Constitución” que de la mano de su decano desarrolla la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas al cual se han sumado muchos docentes y centenares de estudiantes.   
No ha quedado ningún lugar del país donde no se haya explicado lo que significaría la aprobación de una Constituyente sin el respaldo de la inmensa mayoría de los venezolanos. Hay que entenderlo: la Constitución es un pacto social de convivencia, en consecuencia, ese pacto debe partir y ser avalado por las mayorías. No me detendré en disquisiciones jurídicas para explicar el artículo 347 o el 348 de la Constitución, que conceptualizan el significado de un proceso constituyente y revelan los entes que tienen la iniciativa para proponerlo. De los mencionados artículos se deduce que una cosa es la iniciativa (proponerlo) y otra muy distinta, es convocarlo, que es lo que a contrapelo de la Constitución y del sentido común, interpretó el Tribunal Supremo de Justicia.
Aunque pareciera un contrasentido, la Constituyente no es nuestra enemiga, porque al fin y al cabo el producto de lo que salga de allí será desconocido. Nadie está obligado a respetar unas reglas de comportamiento impuestas por una minoría y que además son violatorias de derechos fundamentales. El pacto se respeta en tanto y en cuanto sea producto del raciocinio y en cumplimiento de las normas de convivencia de la generalidad. Esto quiere decir que, ese cliché que a cada rato pronuncia Nicolás Maduro y los pocos seguidores que les queda en el que trata de hacer ver a la Constituyente como herramienta fundamental para la paz, es una afirmación cargada de cinismo. ¿Cómo contribuirá a la paz algo que procuran imponer en contra del noventa por ciento (90%) de la población?  
Acuérdense: las Constituciones son PACTOS DE CONVIVENCIA. En este caso, repito, una minúscula minoría quiere despacharse y darse el vuelto. El diez por ciento (10%) de los habitantes (cuidado si menos) quiere establecer el comportamiento de casi la totalidad. Eso no cabe en ninguna cabeza cuerda.
El anuncio de la Constituyente y su eventual imposición no son los verdaderos enemigos, eso no es otra cosa que un arma que empuña el tirano para seguir cometiendo sus fechorías. Los enemigos ya están en el poder con o sin Constituyente, son a ellos -y no a sus propuestas- a los que debemos desalojar. No perdamos el norte, la consigna debe seguir siendo FUERA MADURO y abajo el régimen de opresión.
Que quede claro: Maduro y sus cómplices están haciendo lo que les da la gana sin la fulana Constituyente y para ello goza del incondicional apoyo del TSJ que en una suerte de “interpretar” el Derecho lo ha torcido hasta más no poder.
Muy probable que faltando algunos días u horas -si es que todavía Maduro sigue siendo la cabeza visible del régimen castro-comunista instaurado en Venezuela- suspenden el grosero proceso Constituyente. Y en ese entonces Maduro y sus secuaces vuelvan con otra de sus perversidades. Por eso no perdamos el norte de nuestra lucha y repitamos continuamente: ¡Fuera Maduro! ¡Abajo la tiranía!

Pablo Aure

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