viernes, 1 de diciembre de 2017

Mis diciembres de antes/ Pablo Aure

Mis diciembres de antes
Tenemos razón de quejarnos porque Venezuela se derrumba en nuestras narices, no sabemos qué hacer y lo más lamentable de todo es que desgraciadamente se trata de una política del “Socialismo del Siglo XXI” dirigida con el propósito de obligarnos a vivir rodeados de miseria. Nos constriñen a tener que ocuparnos las veinticuatro horas del día en tratar de conseguir lo básico para poder subsistir. En efecto, los ciudadanos no pasamos ni un segundo sin dejar de pensar en lo más elemental: el agua, la luz, medicinas, alimentos, como reparar algún desperfecto de aparatos eléctricos en nuestras casas o poder mantener funcionando nuestros vehículos.
Es común entre nuestros amigos y compañeros de trabajo escuchar las siguientes afirmaciones: tener o cambiar el carro es un lujo,  como también casi un lujo es montarse en un autobús. Y ciertamente que cuando hacen esos comentarios no exageran porque lo que vemos comúnmente son los camiones de estacas trasladando pasajeros. ¿Navidad? Cierto es una fecha que indica el nacimiento del Niño Dios...pero, vamos a estar claros: los venezolanos concebíamos esa fecha como algo más que eso. Cómo olvidar aquella brisa decembrina que  prácticamente era sinónimo de alegría...imposible olvidar mis tiempos de niño, mis patines de hierro marca Winchester, siempre me acompañaban, luego tuve unos de goma marca Unión...eso era en San Carlos, la placita Santo Domingo una fija para patinar. Las madrugadas en la catedral, las arepitas dulces. El olor a pintura. Por esos tiempos era costumbre pintar las casas. Ahora ¿quién puede pintar su casa, con un galón de pintura a más de un millón de bolívares? Navidad y año nuevo, 24 y 31, en casas de mis abuelos. Por lo general nos turnábamos, Navidad con los maternos  y año nuevo con los paternos en Tinaquillo. Una verdadera fiesta que reunía a todos mis tíos y primos (la familia por parte de papá era bastante numerosa, 10 hermanos).
Intactos recuerdos de Tinaquillo. Esa música alegre que escuchábamos hasta el amanecer proveniente de un club que quedaba muy cerca de la casa de mis abuelos. Mis tías, ponían el pick-up, mi tía Elia (mi madrina) con su larga cabellera negro azabache siempre lucía su sonrisa a flor de piel. Cuánto lamento no poder disfrutar nuevamente aquellos momentos.
Luego, a principios de los setenta, cuando nos mudamos para Valencia, las cosas cambiaron un poquito; claro, ya comenzaba el bachillerato  y comencé a hacer nuevos amigos. Diciembre: Billos Caracas Boys, Los Melódicos, Dimensión Latina...esa brisa de El Trigal --donde pasé mi adolescencia e inicié mi juventud- todavía la siento en la cara...las misas de aguinaldos, la bajada del autocinema, los pinos canadienses que vendían en muchas partes y particularmente en la calle el hambre (a lo largo del parque Negra Hipólita) los famosos perros de Kojak, las hamburguesas y parrillas del gallego Paco, los perros de Víctor en la Iglesia el Viñedo...Sinceramente , aquellos diciembres eran de otra Venezuela. Un país pujante, mi hermano Antonio (Toño) muchos amigos se fueron a otros países becados por el recordado plan de becas Gran Mariscal de Ayacucho. Venían a pasar vacaciones, generalmente cada diciembre a Toño lo íbamos a buscar en Maiquetía…con tanto anhelo recuerdo aquellos días cuando todos respirábamos alegría. Los supermercados repletos de cualquier cosa, en los negocios siempre te daban la famosa ñapa...casi siempre era un almanaque. La visitas de amistades eran sinónimo de dulce, comida, hallacas, caña, patinatas, ponchecrema y bailes, ahora, estas fechas se parecen a una gincana, recorriendo la ciudad buscando bombonas de gas, pipotes de agua, recorremos farmacias y en fin, una desesperación.. una verdadera calamidad... hoy gastamos la vida y no la disfrutamos.
Varios amigos y familiares han partido hacia la eternidad, otros, se han ido a otras partes buscando alegría y prosperidad, pero sus corazones siguen clavados en estas tierras. Con ellos nos une la tecnología que no teníamos antes, nos comunicamos por Facebook o Skype...eso es lo que tenemos hoy, pero siempre con la esperanza de trabajar en  reconstruir lo que estos bárbaros rojos arruinaron...no pierdo la fe y lucho para lograrlo. Apretado abrazo. ¡Feliz inicio de diciembre!

@pabloaure

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